- Vie, 09 May 2008, 20:12
#257666
Pues no estaba muy convencido de aportar algo a este tema, porque me veía obligado a contar mi experiencia personal pero allá va.
Primero los artículos y extractos (así con un poco de suerte nadie llegará al final y no conocerán mi historia):
Gema Rayo Lombardo: La violencia en los patios del colegio
Rebeca Wild
En principio dejamos que se resuelvan sus propios conflictos. El adulto tiene que estar cerca para que no se produzcan agresiones demasiado fuertes. Cuando ya se ha producido la agresión acogemos al agresor y al agredido de la misma forma. No moralizamos, decimos sin malas caras:” no te dejo pegar”, en lugar de “es malo pegar” o “aquí no se pega”. El agresor necesita la misma atención y consideración que el agredido. Nadie agrede a otro si se encuentra bien.
Niños que dañan a otros niños (Wlillian Sears)
Usted se da cuenta de que un niño pega a otro para obtener un juguete. Muéstrele y dígale una forma alternativa de obtener el juguete: “no pegamos a otras personas. Si quieres el juguete, esperas a que tu amigo termine o pregúntale a mamá y yo pondré un tiempo para compartir. Cuando yo quiero algo de ti no te pego para conseguirlo, te lo pido amablemente”. Si el que pega no colabora, pídale a la víctima que diga que no jugará con el hasta que pida perdón y deje de pegar. También impresione: como te sentirías si te pegara a ti.
Solecilla - Entrenamiento emocional (Verbalizar)
Es necesario ayudar al niño a construir un vocabulario que le permita expresar los sentimientos, tanto como ayudarle a conocer de donde vienen estos.
Desde que nace un bebe podemos ya ayudarle con esto. De hecho, poner en palabras las sensaciones que notamos en un niño es una de las tareas que corresponde a la madre en el proceso de vinculación: un recién nacido llora como expresión universal de cualquier incomodidad, y es la madre, diciendo “ya tienes hambre ¿verdad? Ahora mama va a darte de mamar” o bien “estas cansado, vamos a dormir un poquito” o “¿has hecho caca? Vamos a cambiar el pañal” la que pone la etiqueta a esa sensación, de modo, que a medida que crece el bebe puede ir discriminando: “ah esto que siento es hambre, y se quita comiendo” o bien: esto que noto es sueño, y se resuelve durmiendo, o bien, así me siento cuando el pañal esta sucio y necesito que me lo cambien.
Y a medida que se hacen mayores podemos incluir ya los sentimientos: te sientes mal/ frustrado/enfadado porque no has podido abrir ese bote, puedes probar así/ a ver si entre los dos podemos/ inténtalo más suavemente/ aun eres un poco pequeño para poder hacer eso, yo puedo hacerlo por ti. Aun será pequeño para reconocer el mismo sentimiento en otra ocasión, pero ponérselo en palabras para el una y otra vez, hará que se vaya conformando en su cabeza un esquema de las emociones, al igual que de bebe se forma el de las sensaciones.
Es importante intentarlo siempre. Aunque el niño este demasiado enfadado, debemos explicarle que esta enfadado y que por eso llora o pega. Aunque acto seguido le expliquemos que pegar no es valido como expresión por muy enfadado que este. Cuando Carlos monta en cólera con su hermana porque no le deja un juguete o por cualquier otra cosa y preveo que va a soltar la mano, le sujeto las dos manos con suavidad y me coloco a su altura: estas muy enfadado con Sandra porque no te deja ese juguete. No puedes pegarle para decírselo, pero puedes usar la boca: di: estoy enfadado (lo repite) y ahora pídele el juguete con la boca en lugar de pegando: (lo pide en su media lengua). En este caso cuento con la colaboración de Sandra casi siempre, y si no es así, busco yo la manera de que ambos puedan jugar con ese juguete o encuentro algún sustituto para uno de los dos. El caso es que consigue frenar a Carlos, me permite felicitarle por haber hecho bien las cosas a pesar de estar muy enfadado, y normalmente, pasado el momento álgido, (se enfría el sentimiento descontrolado) es relativamente fácil que entre todos encontremos algún remedio. A veces lleva bastante rato. Pero a cambio me permite enseñar a Carlos como puede parar a tiempo una agresión. Y a veces no funciona, o sea, o no llego a tiempo y Carlos ya le ha pegado, o bien a pesar de los esfuerzos Carlos acaba teniendo un berrinche. Y a veces, las menos, los dos acaban teniendo un berrinche. Pero creo que las veces que funciona sirven de aprendizaje para todos nosotros.
Cuando ya son mayores y capaces de comprender lo que sienten, puede que ellos mismos lo pongan en palabras, pero eso no quita que nosotros también lo hagamos. Esto permite mostrarles nuestra aceptación y también nuestra empatía: Comprendo que estas triste/ enfadado/ frustrado cuando me pasa algo similar yo también me pongo triste /enfadado/frustrado. Esto le animará a profundizar en la situación, le hace saber que su sentimiento es valido, y que nosotros también lo aceptamos como tal. Fíjate que cuando me pasó a mi….lo pude resolver…..Esto le animará a buscar solución a su propia situación.
¿Es posible que tan solo poniéndole nombre a un sentimiento pueda frenarse la tormenta posterior? Si. Se debe al modo en que el cerebro funciona: en el cerebro hay unas áreas encargadas de procesar las emociones (esto tiene lugar en una parte bastante primitiva de nuestro cerebro, que es la misma que se encarga de las reacciones instintivas: llanto, huida, agresión) , y otras áreas responsables del pensamiento lógico, el lenguaje y otras funciones cerebrales superiores (es la parte mas moderna del cerebro humano, y superior a la otra: cuando esta parte se activa, es capaz de anular las ordenes procedentes de las partes mas primitivas del cerebro). Los niños nacen con las neuronas adecuadas en estas áreas, pero carecen de la conexión necesaria entre ellas. Al tener cerca un adulto atento a sus emociones y que sepa ponerles nombre y darles una explicación, esta activando todas estas áreas cerebrales y facilitando la conexión entre ellas. Estas conexiones se hacen más fuertes cuantas más veces sucede el hecho de sentir una emoción y que esta es verbalizada, tanto más fuerte y duradera será la conexión. Como un camino que cuantas más veces se transita mas despejado y rápido es. Y cuando activamos esta conexión entre las áreas de las emociones y las del lenguaje, activamos a la vez las del pensamiento superior, lo que tiene un efecto calmante: evita que la reacción sea la propia de la parte primitiva del cerebro (la rabieta, el llanto descontrolado, la agresión) y facilita que el cortex cerebral, el cerebro superior, tome el control de la situación. Y cuantas mas veces se pone en marcha este mecanismo, mas fácil será que el cerebro superior puede dominar la reacción instintiva del cerebro inferior.
Juanma
No recuerdo si mis padres me animaron a defenderme o fue por iniciativa propia (lo más seguro), pero yo era de los que si me pegaban me defendía peleando, pero no sólo peleaba por mí, sino por mi hermano, por los que eran más débiles, por los que eran objeto de burla, vamos que me pasé toda la EGB peleándome.
El problema era que prácticamente todos con los que me peleaba me sacaban la cabeza y tenían el doble de cuerpo que yo, por lo que solía acabar bastante malparado
, aunque como era puro nervio, los otros también recibían
.
Total que nunca pedí ayuda a ningún profesor, claro que las veces que me atacaban entre tres o seis pues sí que me acordaba de ellos, de su ausencia
.
Mi mujer me llama para cenar, puede que siga en otro momento o que lo deje aquí
.
PD: en octavo me peleé con uno que hacía Taekwondo, no le sirvió de nada, llevé la lucha cuerpo a cuerpo y lo dejé inmovilizado contra el suelo en pocos movimientos. Aquel combate no acabó allí, pero también es una historia larga…