En la guardería, dado que pensaban que Daniel no estaba preparado para dejar el pañal, empezaron a comentar que creían que le "pasaba algo". Le visitó una logopeda de atención temprana y dijo que le parecía que tenía retraso madurativo, por lo que nos recomendó llevarlo a un neurólogo. Tuvimos suerte y conseguimos cita en 15 días con el dr. Eirís (una eminencia en neurología infantil), que tras una entrevista con nosotros y con el niño, nos diagnosticó "retraso expresivo del lenguaje". Le recalqué los puntos que habían llamado la atención a la logopeda de atención temprana (poco atrevimiento a subirse a los toboganes por los sitios más "peligrosos") y no le dio importancia, ya que el niño corre y apenas se cae. Tendremos que volver en enero para ver cómo evoluciona, pero salí contenta.
Como os podéis imaginar lo pasé fatal hasta la visita, pensando si a lo mejor sí tenía algo y yo no lo había visto, aunque le veía bien. También su logopeda me dijo que no, que sólo tenía un retraso del lenguaje y nada más (no os cuento los diagnósticos que se atrevieron a augurar en la guardería porque os asustaríais, además de que lo cambiaban cada día).
A todo esto, al neurólogo fuimos ya sin pañal, ya que yo sabía que sí estaba preparado. Y como en la guarde querían esperar, se lo quité yo un fin de semana, sin mucho problema. Con la caca hemos tardado más e incluso hoy aún me pide a veces un pañal para hacerla, pero el pis, incluso por la noche ya está sin pañal.
Sé que en la guardería obraron de buena fe, que si existía la posibilidad de que tuviera algo, no querían que saliera de allí sin detectar, pero creo que se equivocaron en las formas. No hacía ni una semana que nos acababan de decir que había cambiado muchísimo, que se relacionaba e interactúaba con los compañeros y de repente... En fin, que nos llegaron a decir que igual había que retrasarle un año la escolarización... Y luego al día siguiente, que hacía mucho tiempo que no veían un niño tan inteligente... En fin, Pilar sabe de lo que hablo, ya que me "refugié" en ella, puesto que es quien mejor podía entenderme.
El caso es que Daniel sigue evolucionando cada día, aunque es evidente su retraso en el lenguaje. Habla mucho (tooodo el día) pero comete muchos errores gramaticales y sintácticos. Cada vez le entienden mejor los desconocidos (cada vez que vamos a una cafetería, si no hay algún niño, se va a hablar con el primer adulto que le hace un poco de caso) y sé que es buena señal. Me pregunta cosas y me va contanto algunas de las que hace él.
Bueno, os he hecho un resumen muy breve de lo que nos pasó la primera quincena de julio, pero os servirá para haceros una idea. Pronto reanudaremos las sesiones de logopedia y os contaré lo que opina ella.
También hemos estado en la playa unos días, donde nos hemos relajado y disfrutado un montón.