Al llegar a casa me pidió que lo subiera al mueble donde guardamos las galletas. Señalaba, le preguntaba si quería esto o lo otro y a todo decía que no. Cada vez se ponía más inquieto y empezó a llorar. Finalmente quiso un paquete de galletas oreo, se lo abrí le ofrecí una y no la quiso (y cada vez lloraba más). No sabía qué hacer, de verdad, nunca se puso así.
Si sacaba una galleta me hacía el gesto para que la volviera a guardar, si la guardaba me la pedía otra vez... Ufff! qué mal rato. Ni teta ni nada, a todo que no.
Al final, le metí la teta en la boca y se agarró. Empezó a calmarse, pero en esto su padre se puso a comer pistachos y vuelta a empezar: probó a darle las cáscaras (le gusta lanzarlas en el recipiente que cogemos para ello), a darle un pistacho para comer.. nada. Lloraba desesperado.
Se me ocurrió que quizá quería cacahuetes, así que los fue a buscar su padre... y tras un momento de negación, empezó a comerlos y se le pasó todo...
¿Sería que los quería y no sabía como pedirlos? (últimamente los "escondo" en el mueble de las galletas para que no estén a su alcance) O simplemente que desahogó toda la tensión (por falta de sueño y la tarde agitada) y le tocaba parar..?
La verdad es que me puse muy nerviosa.. de la impotencia de no saber calmarlo.