Es común que la palabra “ciencia” suene a los niños como algo aburrido y muy complicado. En realidad no podíamos esperar más si los mismos adultos nos hemos encargado de enseñarles que las cuestiones científicas no forman parte de la vida cotidiana. Nada más equivocado.
La ciencia es un ir de camino de respuestas hacia todo lo que nos rodea. La actitud científica consiste en el interés permanente por el cómo y por qué funcionan las cosas.
Aproximadamente a los tres años de edad, tu hijo comenzará a preguntar por qué pasa algo en particular, por qué se caen los objetos, por qué tiene que dormir en la noche, por qué la manzana es roja. Como padres, muchas veces limitamos a nuestros hijos con un “esto sucede porque sí”, “esto lo haces porque lo digo yo” o “cuando seas grande entenderás”. De esta manera no reconocemos la importancia de incentivar y encausar su enorme curiosidad, así como la necesidad de brindarles siempre una respuesta acorde con su edad y animarlos para que elaboren sus propias preguntas y respuestas.
Motiva a tu hijo para que se cuestione lo que ocurre a su alrededor, bríndale oportunidades para que experimente, descubra y se sorprenda. El ejemplo es muy poderoso, tú también juega con la ciencia y diviértete con tus hijos. Aquí encontrarás algunas actividades sencillas y prácticas para comenzar a jugar a la ciencia en casa.
El bote misterioso
Pídele a tu hijo que imagine un bote navegando que pueda detener con el poder de su mente y llevarlo a sus manos con una fuerza invisible. Enséñale ahora como sorprender a sus amigos. Necesitan los siguientes materiales:
• 1 bote cilíndrico
• 2 ligas
• 1 globo
• 1 pila vieja o algo que pese
• Tijeras con punta redondeada
• Cinta adhesiva
Mete la pila dentro del globo. Une las dos ligas y amarra el globo al centro de éstas. Utiliza las tijeras y forma un agujero en el centro de la tapa y de la base del bote. Introduce un extremo de la liga en el agujero del fondo, haz un nudo y ponle un poco de cinta para fijarla perfectamente. Repite este mismo paso con la tapa. ¡Listo! Sólo tapa el bote, arrójalo y observa cómo regresa a tus manos.
Explícale a tu hijo que, al arrojar el bote, lo que hicieron fue enroscar la liga con ayuda del peso que amarraste, es decir, lo cargaron con energía, la cual está disponible para usarse en cualquier momento. Así que la liga ya no pudo enredarse más y simplemente se desenredó haciendo que el bote rodara nuevamente hacia sus manos.
Campanario de clóset
Hacer un instrumento con un gancho ¿suena aburrido? Inténtalo con tu hijo y verán que no lo es. Necesitan lo siguiente:
• 2 vasos de unicel
• 1 gancho metálico
• Tijeras con punta redondeada
• 1 carrete de hilo de cáñamo
• Aguja
Corta dos trozos largos de hilo de mismo tamaño. Amarra el hilo en cada uno de los extremos inferiores (donde está la curva del gancho). Perfora con la aguja en el centro de la parte inferior de los vasos. Ahora amarra los vasos con los hilos al gancho. Párate y coloca los vasos ya unidos al gancho en los oídos, dejando colgar el gancho. Golpea suavemente el gancho sin tocarlo con las manos. Mantén los vasos en los oídos y ¡escucharás campanas!
Explícale a tu hijo que, al hacer golpear el gancho, el sonido viaja por medio de vibraciones del metal al hilo. Después el sonido llega al vaso y se amplifica llegando hasta el oído.