go parecido. Por las mañanas le pongo el colacao, y resulta que no quiere la taza que le he puesto, quiere otra, se lo cambio y luego quiere la primera que cogí. Después que si la pajita no, que si en vez de un pajita quiere dos. ¡un mareo! Y para comer lo mismo. Entre el plato, y el tenedor, tela marinera, y luego si hay puré no le "usta", el pescado tampoco, la sopa tampoco, pero en realidad todo le gusta, lo que pasa es que está en la época del no.
Para vestirlo por las mañanas otro trauma, que si no quiere el pantalón, ni la camiseta, ¡nada!. Y lo peor, lo de los zapatos. No le gusta ninguno, tan sólo se quiere poner los que tiene ya viejos, y que sólo se los pongo para que se guarreé por el patio, así que muchos días llora y llora, por que todo es que no. Y la verdad es que es un niño que no solía llorar, pero ahora lleva una temporada que me consume la paciencia, y eso que tengo kilos y kilos.
Así que seguro que lo de Gonzalo también tiene algo que ver con eso Nuria, están en la época del no y hay que esperar a que se les pase.
Por cierto, que a mis niños para merendar les encantan las tostadas de pan con aceite, a veces les restriego también un poco de ajo por encima del pan, y otras veces aceite, ajo y tomate. Se lo comen mejor que cualquier embutido, o que la nocilla (por cierto, mejor nutella que no tiene grasas hidrogenadas)
Mucha paciencia Nuria.