Por fin he podido escribir el relato de mi parto. Muchos besos:
Ese viernes fui a por el pan con la peque como tantos otros días, sentía una sensación de humedad desde que me había levantado, que me resultaba desagradable, ya que no parecía líquido amniótico, porque cuando rompí aguas en mi anterior embarazo fue algo evidente. Legué a casa y estando en el lavabo con la peque un poco antes de comer no recuerdo porqué se puso a llorar y al ir a agacharme para cogerla, chof! Rompí aguas de manera bastante abundante, me asusté un poco de la cantidad, pero luego pensé que no había sido tanto, además las aguas eran limpias. Me alegré pues ya quedaba poco para conocer al baby. Nos sentamos a la mesa a comer y llamé a mi chico por teléfono para que supiera lo que había pasado, pero que no tuviera prisa, porque todavía no tenía contracciones, intenté comer, pero no podía ya que al sentarme salía más líquido que estando de pie, que no era poco.
Al cabo de casi una hora llegó mi chico y hablamos de cómo iban las cosas y me preguntó si había llamado ya a Acuario para contar lo ocurrido y decirles que en breve iríamos para allá, (está a una hora aprox. de nuestra casa), le dije que no había llamado. Él se puso a comer, tardó poco y llamó a la clínica, yo mientras acababa de preparar las cosas de última hora que tenía que meter en las maletas, de pronto empecé a notar contracciones y eran bastante fuertes, me decía a mi misma, que si éstas eran las del principio cómo serían las del final, pero sentándome en la pelota se soportaban bastante bien. Fui al salón a por mi reloj y a decirle a mi chico que nos íbamos a ir, volví a la pelota y las contracciones iban tan rápido que me lo quité no queriendo saber el escaso intervalo que había entre una y otra, volví al salón y le dije a mi chico que dejara todo, que se pusiese a cargar el coche que nos íbamos, yo sabía que tenía que hacer un par de viajes al coche por lo menos, además la niña todavía estaba en su trona y sin vestir, así que empecé a agobiarme un poco, volví a la pelota, pero me entraron ganas de ir al baño, fui, y después de hacer de vientre, noté que tenía ganas de empujar y pensé que no podía ser, además me puse a sudar exageradamente y me di cuenta de que así yo no podía meterme en un coche, que no me movía de casa, le dije a mi chico que me encontraba mal, que yo así no me iba. Imagino que por el miedo que me entró al encontrarme de golpe en aquella situación no sabía como encajar las contracciones y lo único que pensaba era en entrar en la bañera, entré como pude y empecé a llenarla de agua caliente, mientras tanto mi chico se puso a llamar a la clínica para ver si podía venir alguien, me costó encontrar la postura que me aliviaba un poco, además al poco me decía mi chico que no localizaba a nadie, me asusté tanto que me ponía a gritar en cada contracción, aunque sabía que no debía hacerlo, que no ayudaba mucho, yo sólo le pedía que viniese alguien, que llamase a alguien. Al rato por fin pudo hablar con la matrona que estaba de camino de Valencia, pero conforme estaban las cosas supuso que no le daba tiempo a llegar, nos dijo que yo debía salir del agua que así él no podía ayudarme y que pusiésemos muchas toallas en el suelo, me costó salir de la bañera, pero cuando lo conseguí ya estaba más tranquila, pues sabía que alguien iba a venir.
La peque al principio estaba en el baño con nosotros, preguntando que hacía yo y mi chico le explicaba, cuando parecía que se agobiaba él le dijo si quería irse a jugar, dijo que sí y se puso cerca en el pasillo con sus juguetes.
Ya fuera del agua seguí empujando en cada contracción, estuve empujando un buen rato, me parecía que era mucho, pero no sabía si estaría del todo dilatada o qué podía ocurrir, la postura en la que mejor me encontraba era de rodillas apoyándome en la bañera o en el lavabo. Lo malo era que entre contracción y contracción tenía que levantarme porque me daba una rampa que me molestaba mucho. De vez en cuando la matrona llamaba por teléfono para saber cómo iba la cosa.
Por fin en una contracción sentí que el bebé entraba en el canal de parto y dije ya está, en la siguiente salió la cabeza, y no sé si pasó mucho o poco tiempo, seguramente poco, hasta la siguiente contracción en la que salió el resto del cuerpecillo. Bueno, a mitad sonó el timbre y mi chico fue a abrir la puerta, pensando que era la matrona, pero era un taxista que había enviado su hijo con el equipo, él por supuesto no bajó.
La peque se asomó y preguntó si era Mauro y si ya había salido, mientras volvió a sonar el timbre y esta vez era ya la matrona, que ya se hizo cargo de la situación: reanimó al bebé que respiraba un poco mal, cortó el cordón y me dijo que la placenta debía salir, al poco salió. Hizo que me tumbara y nos dejó descansar a los dos juntos para que nos recuperásemos. Al rato llegó su asistente y me llevaron a la cama, donde me cosió tres puntitos de nada que apenas me han molestado, y se encargaron de que descansara y de que nos relajásemos. Yo, la verdad, estaba en un estado después de la situación vivida que me costó volver a la realidad.
Afortunadamente todo salió muy bien y la experiencia fue increíble, estoy muy agradecida por la paciencia y la forma en que lo supo llevar mi chico, y a la matrona que a pesar de venir muchas horas de trabajo se prestó a venir, y a su ayudante que también la pillamos desprevenida. Desde luego esta vez sí puedo decir que este parto ha sido mío, o nuestro, de nuestra pequeña familia.