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1. Los centros tendrán salas acogedoras con recursos para dilatar de forma espontánea
2. • Salut promueve el nacimiento fisiológico pero rechaza que se intente en casa
Una comadrona de la maternidad del Hospital Clínic prepara una sala de parto natural junto a una pelota de dilatación, ayer. Foto: PERE BATLLE
Una comadrona de la maternidad del Hospital Clínic prepara una sala de parto natural junto a una pelota de dilatación, ayer. Foto: PERE BATLLE
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* HASTA EL 60% DEL TOTAL
ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA
Una habitación cálidamente decorada, como si fuera la de una casa en la que se espera un nacimiento, insonorizada y sin dispositivos estrictos de esterilidad acoge en ocho hospitales públicos de Catalunya a las mujeres embarazadas que se han propuesto tener un parto natural, con el dolor que salga de su fisiología y sin fármacos dilatadores.
La opción, promovida desde ahora por la Conselleria de Salut e iniciada en el Hospital Clínic de Barcelona en 1995, es solicitada por un creciente número de mujeres --jóvenes, nacidas aquí y partidarias de que la vida siga pautas naturales--, que no por eso quieren perder los recursos asistenciales, quirúrgicos o químicos que si lo necesitan desplegará el hospital. "Parir en casa sería arriesgado y no forma parte de nuestra política sanitaria --dijo la consellera de Salut, Marina Geli--. Lo que defendemos es que cada mujer decida el proceso que seguirá su parto en el hospital, garantizando la seguridad de quienes pidan que el proceso sea fisiológico y natural".
LA COMADRONA
En las salas de parto espontáneo la persona clave es la comadrona, que debe permanecer junto a la embarazada todo el tiempo que invierta en dilatarse y expulsar al niño. El médico obstetra, a diferencia de los partos convencionales, ejerce de organizador y solo interviene si el caso se complica.
En esta forma de nacimiento el tiempo no cuenta ni se acota, por lo que el hospital debe disponer de abundante personal que pueda turnarse sin dejar sola a la mujer. De ahí que no se ofrezca el parto natural en clínicas privadas, explicaron.
Parir de esta forma supone eliminar todo el programa higiénico y quirúrgico que sigue el resto de nacimientos. No se rasura por sistema el perineo de la parturienta, no se le ponen lavativas por defecto ni se alarga con el bisturí --episiotomía-- su vagina apenas dilatada. Tampoco hay inyección de oxitocina que acelere la abertura, ni anestésico local que la adormezca cuando duela.
A cambio, la mujer dispone de múltiples detalles pensados para el episodio: una camilla eléctrica y articulada donde sentarse, levantar las rodillas hasta el pecho o ponerse de cuclillas; un jergón especial, por si decide bajar al suelo; una bañera con agua caliente, aceite y vaselina que faciliten alcanzar la cabeza del niño; enormes pelotas sobre las que balancear la pelvis y ayudar a la expulsión; cuerdas colgadas del techo de las que estirar con fuerza y espejos para ver al final el nacimiento.
Este parto, que ya no es un acto de quirófano indoloro, no es tolerado por todas las mujeres. Del millar de embarazadas que lo intentaron en el 2006 en los seis hospitales públicos catalanes que lo facilitaban, solo 580 lograron llegar al final. Una complicación inesperada o una dilatación de intolerable dolor aconsejaron que el resto pasara a la sala convencional de nacimientos.