-aumentar la duración de las siestas diurnas: fácil. Lo conseguí en pocos días, aunque algún día que otro se la salta.
-acostarla más temprano (a las 8): eficaz. Se duerme en unos 10 minutos con mi compañía, a veces, pocas, en compañía de su padre, y a veces, muy pocas, sola.
-rutina de antes de dormir: ya la tenía, pero me volví más regular con los horarios. Bien, le da sueño.
-eliminar asociación succionar-dormir: a medias. Nunca se duerme al pecho, pero usa chupete. Cuando viene a nuestro cuarto duerme al lado de su padre y no a mi lado como antes, para que tenga la teta más lejos. Los despertares nocturnos han disminuido a 1-4 por noche, y ha llegado a dormir hasta 7 horas seguidas. Aquí aclaro que mi hija duerme en su cuarto la primera parte de la noche. Después de acostarnos nosotros, cuando se vuelve a despertar, la pasamos a una cuna adosada a nuestra cama.
-me han fallado: las palabras mágicas (lo único "mágico" es la teta), las siestas (el día que no duerme siesta no duerme mejor ni peor, y si duerme más de hora y media por la tarde luego le cuesta más conciliar el sueño), el juguete de dormir y no he podido quitarle el chupete ni conseguir que se duerma sola.
Resumen: hemos pasado la línea de lo difícilmente soportable a lo llevadero, somos felices, no hay llantos, y vamos mejorando, aunque poco a poco. Lo que no sabría decir es cuántas de estas cosas son consecuencia del Plan y cuántas son el simple paso del tiempo o cosas que no podemos cambiar (dientes, épocas de mayor crecimiento, épocas de mayor nerviosismo por vete a saber qué...)
De lo que sí estoy segura es de que NUNCA trataré el llanto de mi hija como un ruido molesto. NUNCA, ni de día, ni de noche, ni cuando me duelan las muelas. Actuaré si mi hija llora como si el que llorara fuera mi marido, o como me gustaría que actuaran conmigo si la que llorara fuera yo.