Cuando nació mi hijo Paulo, de 2 años y medio, yo tenía asumido que si no le "enseñaba" a dormir desde el principio aquello se convertiría en un auténtico suplicio (bonita forma de ver la crianza de un hijo, ¿no?). Pensaba que Estivill era un sabio con fórmula mágica, así que me hice con su libro entusiasmada (madre mía, me duele hasta escribirlo). Lo leí y lo tomé todo al pie de la letra, pensaba que esa era la única fórmula válida para conseguir que no se me fuera todo de control.
Como aún era muy pequeñín, pues no hice nada hasta que cumplió tres meses, edad en que este "sabio" dice que hay que empezar a "educarles" (Dios, cómo me duele escribir esto). Entonces empecé con lo de dejarle llorar. AUnque como no soportaba esperar los tiempos indicados, normalmente acudía cada dos por tres a darle unos mimos y hablarle con calma... y volver a irme. Fue horrible, y como no me convencía del todo, di con el libro de Rosa Jové, que me dio la vuelta a la tortilla (gracias a Dios).
Por suerte dejé de aplicar el dichoso metodito (nunca lo había aplicado en los despertares nocturnos, "sólo" a la hora de acostarse y no mucho tiempo, aunque no sé exactamente cuánto), y volví a dormir a Paulo al pecho, o con mi manita acariciándole en su cuna, junto a mi cama.
Aún así, a los 6 meses le pasé a su propia habitación, también pensando que incluso me estaba pasando de tarde (porque socialmente se insiste en que se haga antes, si no desde el principio). Me dio mucha pena llevarle lejos de mí, pero cuál fue mi sorpresa cuando vi que empezó a dormir toda la noche. Pocas eran las veces que me tenía que levantar en mitad de la noche a darle el pecho, y como se dormía en 10 minutos, mamando, pues no me costaba mucho esfuerzo.
Al poco le desteté, y ahí ya sí que las noches fueron apacibles para siempre (salvo si ha estado malito). Es decir, no se ha vuelto a despertar.
El caso es que nunca ha tenido muchos problemas para dormirse, salvo en fases en las que ha estado más sensible. Incluso yo me acostaba a su ladito y él como que se apartaba. Es muy caluroso y estaba más agustito conmigo cerca, pero no pegada a él, por así decirlo. Lo que pasa es que ni aún yéndonos del cuarto protestaba normalmente.
Hasta hoy, si se quejaba o lloraba, nos hemos quedado con él, aunque algunas veces, tras un ratito, le hemos dicho que ya teníamos que irnos a cenar y acostarnos, que también estábamos cansados, etc (me arrepiento de todo, me siento fatal). Y en esos casos lo acataba relativamente bien, resignado el pobre, como diciendo: "no me quejaré, pero no me hace ninguna gracia".
Últimamente estamos pasando por muchos cambios (tuvo un hermanito hace 11 meses, nos vamos a mudar a Brasil y ahora estamos temporalmente en casa de mis padres, y mi marido ya se ha ido para allá hace una semana...) y necesita que nos quedemos con él mucho tiempo, cosa que hacemos sin reparos.
Es decir, ahora somos conscientes de lo ijmportante que es acompañarles siempre que lo necesiten, pero me preocupa mucho que aquello tan horrible que hicimos en su momento cuando era muy chiquitín (así como cuando le hemos dicho que tras un rato largo con él ya tenía que dormirse solito porque teníamos nosotros que cenar y demás) haya podido dejarle secuelas. O si por eso el pobre nunca se ha quejado mucho a la hora de irse a dormir, porque esperaba poco de nosotros a pesar de que después le hemos ido dando todo lo que necesitaba a ese respecto.
¿Hay niños que aceptan quedarse solos para dormir, sin necesidad de que detrás de ello haya una resignación de este tipo?
Necesitaba desahogarme, hacer examen de conciencia y... no sé, buscar, de alguna forma, el perdón. Porque me arrepiento muchísimo de todo esto. Pobre mío, con lo que le quiero. Además me siento culpable por el hecho de que él haya tenido que vivir eso, pagando mis errores de primeriza, cuando a su hermano le estoy dando todo el amor y la atención desde el principio (colecho y lactancia prolongada incluidos). Me siento culpable también por el agravio comparativo con su hermano...
En fin, seguiría tiempo y tiempo, sólo quería compartirlo. Sé que muchasos preguntareis cómo pude hacer algo tan horrible, yo también lo hago, y me pregunto dónde estaba mi instinto entonces. No lo sé, la verdad... Por suerte acabó reaccionando la "Elena animal".
Espero que pronto nadie oiga hablar del dichoso Estivill y sí lo hagan de Rosa Jové o Elizabeth Pantley, entre otros...
Gracias de nuevo,
Elena.