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por Adry
#252880 EL NIÑO EN EDAD DE TRANSICIÓN*
¿Qué período abarca la edad de transición?
¿Cómo es un niño en edad de transición?
Ambivalencias y conflictos
Negativa a caminar
Memoria corta
Opciones
Pasión por el orden
Calificativos “Niño malo”
Cuando el niño golpea
Alternativas inofensivas.
Un sí para cada no
Aplaudir logros
Quitarle carga a los nos.
Aprendizaje operante y desincentivación gradual
Los Berrinches
Medicina Preventiva
Sentimientos.
Cuando vemos venir un berrinche. Salidas al enojo
Evitar el atropello. Pausas
Papachos
Avisos y Secuencias
Consideración del temperamento del niño
Necesidades de crianza. Síntesis gráfica
Cuestionario para papás
EL TRABAJO EN GRUPOS
Bibliografía recomendada y fuentes

EL NIÑO EN EDAD DE TRANSICIÓN

¿Qué período abarca la edad de transición?
Aproximadamente del año de edad, a los dos años y medio (o tres), dependiendo de cada niño o niña. Más que edad cronológica, se refiere a un perfil de desarrollo y conductas.
La edad de transición abarca el período que transcurre entre el logro de “caminar independiente”, (que ocurre más o menos al año dos meses), con la aparición de un lenguaje bien estructurado. (entre los dos años y medio y tres)
La entrada y salida a esta edad de transición, variará entonces de niño a niño, dependiendo de su madurez.

LA EDAD DE TRANSICIÓN EN LOS PEQUEÑOS ES UNA EDAD MARAVILLOSA, AGOTADORA, LLENA DE AMBIVALENCIAS TANTO EN LOS CUIDADORES COMO EN EL PEQUEÑO MISMO.
Con mucha frecuencia, nos toma por sorpresa.
Ya sabemos cómo cuidar, calmar, y relacionarnos con nuestro bebé, y nos sentimos seguros con nuestro conocimiento anterior. De un día para otro el pequeño explota en actividad, emociones, impulsos que no controla. Parece de momento otro niño (o niña) que desconocemos.

Vale mucho la pena estar informados acerca del perfil de la edad, tomar decisiones y acuerdos con respecto a lo que sí se puede y lo que no se puede, prever nuevos peligros, y una vez informados, disfrutarlo.

¿Cómo es un niño en edad de transición?
Penélope Leach lo define como un PRE ADOLESCENTE CIENTÍFICO. PRE ADOLESCENTE, porque no sabe si quiere ser bebé o niño grande. A ratos quiere papachos y contención y a los cinco minutos quiere libertad para explorar. Esta ambivalencia en el pequeño, genera muchas ambivalencias también en los papás.

Es muy común que aparezca en este período una afición por un osito, una cobija, un chupón, que para ellos simboliza el confort de haber sido bebés y la añoranza de esta etapa. y se refugian en estos objetos simbólicos en momentos difíciles del día. En estos momentos, quisieran regresar a ser bebés.

Por otro lado, es un CIENTÍFICO en el sentido más literal de la palabra.
En el momento en el que se suelta caminando, pierde miedo de equilibrio y toda su energía la aboca a explorar. Tiene una pasión por descubrir, probar hipótesis, jalar, tirar, sacar.
Piaget dice que el niño en esta edad “busca y crea novedad”. Ya no se conforma con un aprendizaje por azar, sino que ya tiene suficientes imágenes sensoriales, que le permiten poner a prueba a su ambiente. ¿Qué pasa si jalo el mantel? ¿Cómo suena la taza si la aviento al suelo?
Aunque es importante marcar límites, el niño necesita mucha oportunidad de exploración, está en juego una actitud de curiosidad y descubrimiento. Esta edad es muy trascendente.
Podemos ayudar a conservarla y prolongarla para el futuro , (dándole oportunidades de descubrimiento, juego con agua, con texturas, con elementos, teniendo espacios de exploración y aprendizaje adecuados), o bien, podemos extinguirla con un ambiente muy pobre y con exceso de restricciones.
El pequeño en edad de transición es una “mente trabajando”. A través de su juego y su exploración, va creando ideas, conceptos, asociaciones.
Compara tamaños, trata de embonar, apilar, tirar. No hay matemático ni científico en el mundo que no haya pasado por este período exploratorio y de descubrimiento.
Le pega al suelo, al agua, a la arena, (dice Leach) y descubre las diferencias.
Aprende cosas y aplica su aprendizaje en otras situaciones.

Sus adorables “errores” en el lenguaje, nos revelan que están usando la mente: De momento le dicen “gua gua” a todos los animales.
Esto no lo enseña ningún adulto y sin embargo, el niño lo presenta.

¿Por qué? Porque AGRUPA. En su cabecita a todos los animales cuadrúpedos peludos, que emiten sonidos en la categoría “gua gua”
Es un error de altísima calidad ¿No es cierto? También suele decirle “agua” a todo lo líquido. A la leche, al jugo, al agua de la tina.

Ambivalencias y Conflictos
Ahora bien, este pequeño científico puede resultar agotador.
Normalmente está atravesando por un período de “mamitis” miedo al extraño o ansiedad de separación. Se desconcierta mucho cuando pierde de vista a su mamá o a su cuidador principal. Llora con desconsuelo y nada parece garantizar su regreso.
Para la mamá puede resultar muy cansado. En los momentos más críticos de la mamitis, es imposible ir al baño sola sin que el pequeño (o la pequeña) suelten el llanto.
Esta dependencia paradójicamente se acompaña también de rechazo a ayuda y a órdenes. Le decimos “A bañarse” y grita que no. Quiere hacer todo solo o sola, aún cuando no pueda. Con mucha facilidad rompe en un berrinche.

Negativa a caminar
Con frecuencia, es difícil caminar con el niño en transición de la mano. A la mamá puede parecerle una necedad, porque el niño ya puede caminar. Es muy interesante analizar el origen de esta negativa a caminar de la mano.
Si nos asomamos al mundo de los chimpancés, veremos que estos animales pasan por procesos muy similares a los de los humanos. Entre las crías de chimpancés podemos ver manifestaciones de mamitis y ansiedad de separación. Cuando está la cría y la mamá en una planicie. La cría juega muy contenta mientras la mamá está en un lugar sin moverse. Es como su “bas” o referencia. Pero si se mueve de lugar, corre, se le trepa y se mueven juntas. Otra vez quieta la mamá, vuelve a jugar. En el niño en transición vemos una conducta parecida. No puede caminar si se le está moviendo SU MAMA, su gran punto de referencia. Es un problema, más que de piernas, de orientación en el espacio.
¿Qué hacer?
La mamá tiene varias alternativas para evitar el pleito: Cargarlo, llevar una carriola o ir a su paso pateando piedritas y distrayéndose con los detalles del camino.
Si hay prisa, definitivamente cargarlo y no pelearse.

Podríamos evitar muchos conflictos con el niño en edad de transición , conociendo cómo es, cuál es la conducta normal, etc.

MEMORIA CORTA

Un detalle que le da mucha luz a los papás acerca del perfil del niño en transición, es el de su “memoria de corto plazo”. Según Penélope Leach, esta memoria es de un minuto. De tal modo que le podemos decir: “no toques el estéreo”. Y va a quitar la manita, pero al minuto regresa con renovada energía. La mamá puede interpretar esto como que “le toma la medida”. Y realmente lo que ocurre es que su memoria tiene un lapso corto. También su auto control es muy pobre. Se ve dominado por impulsos.

Podemos ver escenas como la siguiente. Que se acerca con la manita hacia el estéreo, viéndonos fijamente o hasta diciendo “no, no, no”. Esta escena nos revela que está poco a poco interiorizando la orden. Y aunque ya sabe que le vamos a decir que “no”.
Su impulso exploratorio es enorme y su auto control muy pequeño. Gana el impulso.

No es maldad, ni maña. Es una conducta normal.

Para reforzar la orden (de que el estéreo no se toca), tenemos que ser muy claros, contundentes. El Dr. Ely Rayek nos aconseja “usar las piernas” Tomarlo de la manita, hacer contacto visual y decir muy claramente que no. Conduciéndolo (a) a otro lugar en donde no esté expuesto a la tentación.
Sin reírnos ni titubear. Para que sepa que es una regla cara y firme.
No basta hacerlo una vez, porque el niño lo va a volver a intentar.
Hay que hacerlo “mil quinientas veces”, hasta que lo interiorice. De nuestra claridad y contundencia, va a resultar para el pequeñito, (o la pequeñita) como una “pared que no se atraviesa”.
No hay bebé que insista en pasar a través de una pared, porque el mundo físico da lecciones muy consistentes. En cambio los humanos somos en ocasiones inconsistentes.

POCO A POCO, A TRAVÉS DE LA COMUNICACIÓN VERBAL, LA EXPERIENCIA, LA REPETICIÓN Y LA COHERENCIA, EL NIÑO VA APRENDIENDO LAS PEQUEÑAS REGLAS DE LA CASA.

Qué se puede tocar, qué no se puede tocar. Qué pasa si jalo el mantel, etc.

Su memoria también va ampliándose. Al acercarse a los dos años, ya tiene mayor amplitud,

Es muy conveniente que papá y mamá estén de acuerdo con respecto a las reglas que van a establecerse en la casa. Deben de ser poquitas, claras y considerando el perfil del niño, su egocentrismo y poco auto control, para que sean efectivas. No lo podemos tratar como si fuera un niño más grande.

El niño en transición es egocéntrico. No sabe esperar. Es muy exigente e intolerante. Le parece eterno el tiempo que nos tardamos en preparar la comida si tiene hambre. Quiere su comida en el instante.
Esto tiene que ver con su memoria corta.

Los papás podemos ayudarlo a que vaya edificando capacidad de espera.
Por ejemplo, si tiene mucha hambre, le podemos describir los pasos, al mismo tiempo que los hacemos: “Pablo, sé que tienes mucha hambre, Fíjate lo que voy a hacer: Primero voy a sacar la leche y la voy a servir en tu vasito entrenador. SHHH (haciendo el ruido que simula el servir), después, le ponemos dos cucharadas de chocolate: una y dos, y por último lo revolvemos. Listo Pablo a tomar tu chocolate....
Esta verbalización acompañada de gestos y onomatopeyas, y describiendo los pasos en “primero, después y por último”, lo va a ayudar mucho a interiorizar la secuencia y a ir ampliando poco a poco el tiempo de espera.

Esto se puede aplicar a momentos en los que quiere hacer todo solo (y que no puede hacerlo)

Quieres abrir ese frasco y no puedes ¿verdad? Fíjate: Da vuelta a la tapa, y suelta, vuelta, suelta, (haciendo la mímica) y así lo puedes abrir.

Su impulso exploratorio, en combinación con su memoria corta, los orilla a meterse en problemas, sin anticipar el peligro. Los consultorios pediátricos están llenos de niños en esta edad que se bebieron detergentes, se treparon a lugares de donde no se podían bajar, se les atoró la cabeza en el barandal, etc etc.

No los podemos dejar de pastorear. ¡Y es agotador!

El niño en transición imita todo el tiempo y tiene “sus propias finalidades”. Es probable que haya visto a su mamá limpiar la mesa y la imite metiendo la servilleta al chocolate y quiera limpiar la pared. Para él (o ella), está haciendo lo mismo que su mamá.

La edad de transición es “contreras” y con avidez de independencia. Está iniciando un proceso muy sano de individuación. Al mismo tiempo que le da temor separarse de su mamá, se da cuenta de que son personas diferentes y que él o ella tienen intereses y pasiones diferentes a los de su mamá.

Opciones
Cuando pasan los pequeños por períodos de mucho negativismo. ¡NO, NO, NO!. Es una señal de que se quieren auto definir. ¡Animo, es muy saludable!
En estos casos, es muy útil ofrecerles alternativas, que estemos dispuestos a cumplir. Que escojan con un margen lógico.
Por ejemplo:
 ¿Con quién te quieres bañar? ¿Con el pato o con los pescaditos? (No le preguntamos si se quiere bañar)
 ¿Qué quieres comer? ¿Manzana o pera? (No le preguntamos si prefiere jugar o comer, la respuesta sería obvia)
 ¿Qué ropa te quieres poner, entre estos dos juegos? (Ponemos sólo dos alternativas lógicas según el clima)
El ejercicio de las opciones le deja al niño (o niña) en transición muchos beneficios. Por un lado, ejerce una buena parte de la fuerza de auto definición, de una manera no conflictiva. Siente que tiene control sobre una parte de su vida. Esto es muy saludable.
También, evitamos pleito, permitimos que se “gaste” la energía de manera sana.
Y poco a poco le permitimos que viva la experiencia de la elección.
Muchas veces, aún entre personas adultas, vemos que no hay la capacidad de tomar elecciones.
¿Qué implica tomar una elección?
Una elección implica varias cosas:
Por un lado, el ir sabiendo ¿qué quiero?, por otro el sacrificio de otra alternativa.
Si escojo manzana, no tomo pera.

Por su corta edad e inmadurez, no saben elegir. Es probable que escojan manzana y se sientan los más infelices porque más bien querían pera.
¿Qué hacer?
Una vez que elijan manzana, desaparecemos de su vista la pera. Y lo ayudamos a disfrutar su elección. Nosotros podemos hacer que vivan la experiencia y a que poco a poco vayan ejercitando su capacidad de elección.

Habrá elecciones que los deje muy infelices. Como
¿Qué quieres chocolate o dulce? ¿Con quién te vas, con la abuela o con papá?
Situaciones que los tensan porque desearían al mismo tiempo las dos opciones, es mejor evitarlas. No hay aprendizaje y si hay angustia. Poco a poco, a medida de que vayan madurando, serán capaces de tomar estas decisiones y otras más adecuadas a su edad.
PASIÓN POR EL ORDEN. Incapacidad de guardar un tiradero
El niño en edad de transición, está pasando por un período sensible al orden. El orden de su entorno le da seguridad. En él deposita su confianza al mismo tiempo que en los cuidadores principales. No le gustan los cambios en el aspecto de su cuarto o de su casa. Se pueden llegar a angustiar si de momento cambiamos los muebles de lugar o si nos cambiamos de casa.
Esta pasión por el orden y la correspondencia, puede ser aprovechada organizando su cuarto. Podemos poner sus juguetes (pocos) a su altura, con etiquetas gráficas para que sepan que ahí van. Y desarrollar una rutina de alzar al acabar de jugar.
“A alzar, a alzar, las pelotas en su lugar......”
Esta pasión por el orden es pasajera. Si la desaprovechamos, luego es más difícil.

A pesar de que les gusta el orden, cuando hay un gran tiradero de juguetes, no tienen la capacidad de alzarlo. No sabrían por donde empezar.

En estos casos, los podemos ayudar y que ellos pongan la última pelota, el último cochecito, etc.

CALIFICATIVOS “Niño malo”
En esta edad, (y siempre en crianza) es importante evitar calificativos como: “malo, tonto, cochino, pingo, imposible, inquietísimo, hiper activo, grosero, tremendo, etc etc”
Los podemos tener en la punta de la lengua, porque para nosotros, esos calificativos se acercan a lo que estamos viendo en los pequeños.

No se nos puede olvidar que el niño no sabe quién es, como es, si es valioso y digno de cariño.
Su auto imagen se está formando a partir de cómo lo vemos y de cómo lo calificamos. Sin querer, encasillamos a los niños hasta el punto en el que tienen que actuar sus calificativos. “Tengo que ser tremendo, si no, no soy nadie”
Es muy importante evitar todo calificativo.

CUANDO LOS NIÑOS GOLPEAN
Una conducta muy frecuente entre los niños de esta edad, es el golpe, se acercan a otro pequeñito, y lo tratan como objeto: Le pego y suena.

En lugar de decirle: “Eres un grosero”. Decirle: “No se pega a los niños porque duele” Es decir, calificamos al acto y no al niño.

Cuando un niño golpea a otro, es importante retirarlo del lugar de juego. El mensaje es: “Pierdes el derecho de estar jugando en grupo. Cuando te aguantes las ganas de pegar, podrás regresar”
Además podemos “castigar” unos segundos la manita. La detenemos sin lastimar unos momentos.
El niño se sensibiliza que está viviendo las consecuencias del impulso de esa mano y que perdió derecho de estar en el grupo de niños jugando como resultado de su acción.

Esta reacción es de mucha más calidad que el golpe, el manazo o el grito.

Cuando el niño pega, o se está portando mal, hay que evitar decirle ¿Por qué lo hiciste? Realmente no saben, les “ganaron las ganas”. Es una pregunta inútil y en el fondo la contestación no nos va a gustar. “Porque quise”.
Es mejor describir lo que vemos: Esto estuvo mal, porque duele.

A veces el golpe si tiene una carga agresiva.
Después del manejo de separarlos y castigar la manita, se puede sugerir, sin forzar una enmienda: Si ya se serenó el niño, se le puede sugerir un “está triste, pídele perdón”.
Es importante que en esto no atropellemos a los niños en sus sentimientos.
En ocasiones las mamás les exigen que “den un beso” o “hagan un cariño”, cuando el niño sigue furioso. Esta petición va en contra de lo que el niño siente.
Si los sentimos muy enojados, es mejor separarlos y esperar a que se serenen. Hasta después sugerimos la enmienda, y lo proponemos como algo voluntario, no obligado.

EL GOLPE A LOS PAPÁS

Otro tema frecuente de preocupación, es el golpe a los papás. Los niños en edad de transición, dentro de su pérdida de control, en ocasiones, le pegan, rasguñan, muerden a sus papás.
Quizá, pensamos, no importa, porque está chiquito, y al cabo somos sus papás.
Es muy importante., LIMITAR EL GOLPE A LOS PAPÁS.

Un pequeñito que golpea a sus papás, en el fondo se siente muy atemorizado, porque su razonamiento es el siguiente:
Ellos son mi seguridad, son quienes me cuidan y yo los puedo agredir, yo gano con el golpe. Estoy en problemas, ahora quién me cuida a mí.
Por su propia seguridad, hay que limitar el golpe a los papás. “A mamá no le pegas”. Castigando la manita.

Cuando el niño golpea a sus cuidadores, generalmente hay un sentimiento detrás de la conducta. Vale la pena elaborarlo:
“Estás muy enojada verdad, porque.......”
La combinación entre inhibir la agresión física al cuidador, junto con el reconocimiento del sentimiento que llevó al niño a agredir, le da muchas herramientas de auto control y noción de sus propios sentimientos.
Es importante hacer las dos cosas:

LIMITAR EL GOLPE
RECONOCER EL SENTIMIENTO


ALTERNATIVAS INOFENSIVAS. UN SI DE CADA NO

El buen humor, la creatividad y el ingenio en la paternidad dejan cosas positivas.
 El niño insiste en jugar con un cuchillo ¿Por qué no darle un cuchillo de plástico que sea inofensivo? Le decimos, con este no porque es peligroso, pero este sí puedes usarlo.
 Si insiste en pintar la pared porque le gustan los movimientos amplios del brazo en una gran pared, podemos pegar en el patio un gran papel y pintarlo. En la pared no, pero en el papel, sí.
 Si se acercan a un niño con la mano “en sus marcas, para pegarle”, le podemos decir: Así no, porque duele, mira, así sí, hazle un cariño y dile ¡Hola María!

Si está en nuestras manos buscar una salida positiva al impulso, va a resultar en mayor armonía.
El impulso tiene una cantidad de energía, que se gasta. Hagamos lo posible porque se gaste de manera no conflictiva.

No siempre es posible ofrecer una alternativa y el niño tendrá que entender que hay momentos y lugares en los que sí se puede hacer las cosas y otros en los que no.

*** AQUÌ LES DEJO ESTA PARTE ***