- Jue, 22 Jun 2006, 23:11
#43157
Bueno, si no me he saltado ningún mensaje, he visto que todas sois mujeres, así que no está de más que os hable de "el otro lado de la cama" (que ahora comparto con mi hijo, muy gustosamente).
Os hablo siempre desde mi experiencia, ya que hay mucho troglodita suelto por ahí, y no todos los hombres somos iguales, pero bueno... todos somos una testosterona con patas (aun los metrosexuales). jejeje
Nosotros fuimos a por Naïm (mi hijo), convencidos de que si esperábamos el momento en que "estuviéramos preparados" nunca lo tendríamos. Así que ese mes fue... (bueno no voy a dar detalles), solo diré que acabé agotadísimo y con algún kilo de menos. Luego viene el día en que mancha un poco, entonces régimen :-) Luego que los carniceros de los médicos la cosen mal (más régimen). Luego que si le sale unos bultitos en los puntos y le tienen que poner óxido de plata o yo qué sé qué (más régimen todavía). Luego que no puede adaptarse bien al mundo, con lo bien que se estaba ahí dentro (más régimen). Total, cuatro o cinco meses pasando la mano por la pared. Una testosterona con patas, se mosquea y empieza a tomarla con su mujer (¿qué culpa tendrá la pobre?); o, como fue mi caso, se recuesta a su lado y contempla la maravilla que es un bebé con su teta (etán, que le llama él), que preciosos que están los dos cuando duermen, que maravilloso es el caos en el que me he metido. Y sobre todo, en toda esta historia que os he contado, yo contemplaba. La que sufría esos dolores en los puntos era ella, la que tenía que dormirlo porque yo no tengo teta era ella, la que padecía más por si estaba bien el niño era ella,... Sólo podía contemplar y apoyarla en lo que hiciera falta, aunque no estuviera de acuerdo en algo, al fin y al cabo fui culpable de meterla en esta aventura.
Ahora es mas grande (15 meses) y no para, se sube a todos los sitios (el sofá, la cama, la mesita de noche... ¡sí, a la mesita de noche!). No puede mi mujer tener la casa ordenada porque viene él por detrás y desordena el doble. Y yo metido en el despacho currando hasta que llega la hora de salir. Él me recibe con una sonrisa, pero ella no tiene fuerzas ya ni para eso. ¡Es agotador! Y cuando al final ya se ha dormido, tenemos tanto sueño, que no podemos ni siquiera hablar un rato, así que aprovechamos mientras comemos o cenamos. O si ese dia tengo suerte, mientras paseamos los tres.
Menudo rollo os he soltado. Bueno todo esto es porque sí, es caótica mi vida desde que llegó el terremoto, pero me gusta este caos aunque a veces me ponga de los nervios. Yo creo que el caos que trae un hijo consigo puede unir más o puede separar, es cuestión de nosotros y de lo que estemos dispuestos a renunciar.
Ahora nuestro mundo ya no es el nuestro, es el suyo. Pero no me importa, es genial.
Un saludo.
P.D.: Duerme con nosotros, y lo hará hasta que se quiera ir o hasta que se case, lo que llegue primero, porque mi hijo vale, es su sitio, pero a su mujer no la voy a meter en la cama. jejeje