que nos pueden llamar; sin embargo, eso no impide que perciban el sueño como una separación temporal de los padres, algo que no les agrada lo más mínimo y que pretenden evitar a toda costa.
A continuación vamos a ofrecer algunas pautas que pueden ayudar a mejorar las
noches de toda la familia:
1. Crear ambiente: es recomendable ir rebajando progresivamente la actividad y crear un entorno tranquilo que invite al descanso. Después del baño o de la cena, aconsejamos dejar luces tenues, apagar la televisión, y si acostumbramos a poner música, que sea tranquila.
2. Sugerir actividades relajantes: si el niño no se acuesta justo después de cenar, es mejor evitar los juegos demasiado movidos que podrían ponerle nervioso. Dependiendo de la edad del niño, le podremos proponer actividades más tranquilas como por ejemplo dibujar o pintar, hacer un puzzle o alguna manualidad, leer un cuento…
3. Flexibilizar las rutinas: si bien las rutinas de buenas noches suelen darles seguridad, es buena idea evitar ser demasiado estrictos. Crecen muy rápido y las rutinas se deberán adaptar a sus nuevas exigencias: si antes se dormía al pecho o con una canción, ahora necesitará un ritual más
elaborado. Puede ser buena idea dejarles opinar y pactar con ellos, dentro de una lógica, aspectos de la nueva rutina.
4. Intentar que no se levanten: algunos niños buscan pretextos para levantarse de la cama, como ir al baño, a por agua, apagar la luz, encenderla de nuevo, etc. Es buena idea negociarlo con ellos de antemano, suele funcionar bastante bien pedirles que lo hagan todo seguido y después, una vez en la cama, que no se vuelvan a levantar.
5. Repasar el día: la ventaja de dormir a un niño mayor es que se puede hablar con él. Es un buen momento para hablar de lo que ha ocurrido durante el día, aclarar malentendidos o hacer proyectos para el día siguiente. Si le ayudamos a expresar sus inquietudes, se dormirá más relajado.
6. Cuentos con moraleja: a los niños les suele gustar que se les lea un cuento antes de dormir. Podemos leerle uno, o inventarlo. En casos desesperados, podemos contarle la historia de un niño que no quería dormir y al día siguiente se levantó muy cansado, o convertir en un cuento lo que haremos mañana para que se anime a descansar.
7. Poner magia en vuestras vidas: a esta edad suelen empezar los miedos. A cosas reales, como la oscuridad o los ruidos, o imaginarios, como monstruos y todo tipo de seres sobrenaturales. Cuando las explicaciones lógicas no les tranquilizan, podemos recurrir a la magia, por ejemplo inventarnos un “hechizo” capaz de mantener a raya cualquier criatura terrorífica, o un mago que les lleve, una vez dormido, a un país imaginario de sueños felices.
¿Te ha ayudado? Compártelo: