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por Juanma
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Neva Milicic
1.7 Cambiar los guiones negativos
1.9 Cuidado con los niños modelos



1.7 Cambiar los guiones negativos
La mamá de Tania se quejaba de la dificultad que tenía su hija para obedecerle, pese a que la había castigado y retado por desobediente en muchas ocasiones. "Estoy harta de repetir lo mismo hasta el cansancio sin resultado", decía. Para conseguir el resultado, la madre de Tania tenía que cambiar el guión. Brooks y Goldstein, dos psicólogos americanos, en su libro "Cómo fortalecer el carácter de los niños", explican la importancia de los guiones en la paternidad y sostienen que "las palabras y conductas usadas al criar nuestros hijos, reiteradas una y otra vez en situaciones similares y en formas análogas con resultados predecibles, se convierten en los guiones de la paternidad".

Cuando los guiones dan resultados positivos, deberían seguir siendo utilizados; pero con frecuencia estos guiones son ineficaces y negativos para ayudar al niño a desarrollar un carácter positivo, y es necesario cambiarlos. Es habitual que ante la falta de resultados, muchos padres insistan en una misma forma de enfrentar el problema, e incluso intensifiquen su comportamiento, con lo que sólo logran aumentar los conflictos. En el caso de Tania, cada vez que ella desobedecía, los gritos iban en aumento. El padre decidió consultar cuando la niña, que tenía siete años, empezó a mentir como una forma de evitar el castigo y el descontrol de sus padres. Las mentiras de Tania fueron para sus padres una señal de que era imprescindible cambiar la forma de tratarla, y por eso acudieron en búsqueda de ayuda.

Y por supuesto cambiar un guión negativo y reescribirlo en positivo no es tan fácil, porque los guiones de la paternidad se basan en nuestras creencias, acerca de cómo hay que educar a los hijos, y en la forma en que se fue educado en la infancia y la adolescencia, que aunque no les haya gustado a los padres en su propia infancia, sin duda influye en forma de piloto automático en el modo de educar.

El cambio de guión pasa por detener la escalada de críticas y quejas que han resultado insuficientes para conectarse empáticamente con el niño, y desde allí encontrar oportunidades para alentar y desarrollar lo que se quiere lograr. A veces un cambio mínimo en la conducta de los padres en la forma de pedir y enseñar tiene un enorme impacto en los comportamientos de los niños y en la actitud hacia sus papás.

Es bueno preguntarse para reescribir el guión con que tratamos a los hijos: ¿Es una forma de enseñarles respetuosa y conectada con sus emociones? o ¿les expreso suficientemente cuánto los quiero?

Abrirse a cambiar aquellas expresiones que usamos con frecuencia y que han deteriorado el ambiente familiar, y no han tenido impacto en transformar las conductas del niño, es una señal de madurez emocional y de preocupación por el bienestar de nuestros hijos.



1.9 Cuidado con los niños modelos
Si bien a todos los padres les gustaría tener "niños modelos", de los cuales les fuera posible enorgullecerse por su excelente rendimiento y por su comportamiento ejemplar, hay que tener cuidado que los hijos no paguen una factura emocional excesiva por cumplir siempre sus deberes, o que se sientan excesivamente culpables cuando no logran el rendimiento esperado por sus padres.

El costo del perfeccionismo puede ser enorme y paralizante, porque el temor a equivocarse o a no hacerlo perfecto puede subir de tal forma la ansiedad, que terminará por limitar la capacidad de acción del niño o la niña.

Boris Cyrulnik, en su último libro "De cuerpo y alma", analiza una investigación de Fonseca y otros, presentado en París, cuyo título es "En qué se transforman los niños modelos". Los hallazgos plantean sorprendentemente que se encontró que los niños modelos se habrían convertido más frecuentemente en personas que presentaban cuadros ansiosos y depresivos que los niños que presentaban problemas en la infancia. La situación peor fue la de las niñas. La pregunta final que se hace Cyrulnik es "¿Ha exigido excesivamente la escuela pagando el precio de su placer de vivir? ¿Y es esta exigencia la que los hace transitar la vía de la depresión?".

El exceso de exigencias internalizado finalmente como autoexigencia hace ponerse varas tan altas, que para cumplirlas, el niño(a), tiene que poner una energía tal que puede hacerlo muy vulnerable a la ansiedad y a la depresión.

En relación a por qué las mujeres que fueron "niñitas modelo" tienen más ansiedad y depresión que "los niños modelos", que por supuesto también la experimentan, se han planteado diferentes hipótesis. ¿Puede ser que las mujeres tengan más obligaciones que los hombres y además menos postergables?, por ejemplo, las camas hay que hacerlas todos los días; a los hijos hay que alimentarlos a determinadas horas o llevarlos al médico cuando lo requieran. Se plantea que, adicionalmente, gran parte de la responsabilidad de las tareas domésticas recaen más sobre las madres.

Pero también se plantea la hipótesis que a las niñas se les toleran menos errores o pequeñas transgresiones. Por ejemplo, si una niña se ensucia cuando está jugando, es posible que se la envíe rápidamente a cambiarse ropa, en tanto que al niño se le tolerará más el que ande desastrado o sucio.

Otra hipótesis posible es que a las niñas se las aterrorice más con el medio ambiente, como una forma de protegerlas del peligro, pero que junto con ello se logra que conciba el mundo externo como un lugar más peligroso, en el que arriesgarse sea equivalente a una catástrofe segura, generando así ansiedades innecesarias.

Especialmente con los hijos modelos es necesario evitar que se sientan abrumados con lo que creen son las expectativas de los padres. No es infrecuente escuchar decir "me da miedo defraudar a mis padres".

Es necesario alentarlos a correr algunos riesgos, sin temor a la falta de éxito. Entregarles un mensaje explícito que aunque no te vaya bien te vamos a querer igual. Tolerar con humor cuando las cosas no resultan bien, de tal manera que los hijos aprendan por modelo que no por un afán de perfección ilimitado se va a perder la alegría de vivir. Enseñar que los contratiempos y la adversidad son parte de la vida, lo que no quita que se hagan esfuerzos para que las cosas resulten, pero que en toda empresa que se empieza hay riesgos de que las cosas salgan en forma diferente a lo presupuestado y no por eso se es menos querible.

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