"¡Quería hacerlo, de verdad! " dijo uno, pero mi doctor me dijo que mi pene era demasiado pequeño.”
"¡¿En serio?!" interrumpió otro. "¡Mi doctor dijo que el mío era demasiado grande!"
"Yo también quería, pero resulta que no tuve suficiente para satisfacerla." dijo otro.
"¡Yo nunca quise! ¡Es tan asqueroso! Me sentiría como un animal o algo así. Yo sé que el pene es lo mejor, pero todas las mías fueron excitadas artificialmente y siempre estuvieron contentas y satisfechas.” dijo el más viejo del grupo.
"¿No te divorciaste siete veces”? preguntó el hombre joven.
"Sí, pero no tuvo nada que ver con eso” dijo.
"Me dijeron que hay que hacer algo para que haga más resistente antes de usarlo. Ya saben, frotarlo con una esponja vegetal o algo así” dijo un amigo.
"Y no la puedes dejar más de un par de minutos al principio, o te vas a lastimar.”
"Mi primo me dijo que duele un montón. Tuvo grietas en el pene, y sangraban. Sólo duró un par de días. Gracias a Dios que hoy en día tenemos alternativas,” dijo el amigo que era “demasiado pequeño”.
"Yo tengo un amigo que lo hizo” dijo uno, casi susurrando.
"A mi me parecía que daba un montón de trabajo. Cada vez que hablaba con él parecía que recién terminaba o que estaba por hacer el amor con su esposa. Yo le dije que seguramente no estaba satisfecha, porque si no, no lo pediría a cada rato. Le dije que necesitaba suplementar con un vibrador. No me hizo caso.”
"Bueno, yo creo que quiero probar" dijo el joven.
"¡Me parece bien!" dijo el amigo “muy grande”. “Pero asegúrate de ponerle un horario, porque si no te va a manipular.”
El joven estaba tan confundido que decidió consultar con su médico.
"Entiendo tu preocupación." dijo el doctor, poniendo una mano sobre el hombro del joven. “Muchos hombres, especialmente primerizos, no pueden satisfacer las necesidades de sus mujeres con sus penes... Tomar clases, leer libros, nada parece ayudar. Pese a todos sus esfuerzos, muchos hombres no pueden. Se denomina “síndrome del pene insuficiente”. Sé que quieres probar, y creo que es muy bueno que lo hagas, pero déjame que te entregue este vibrador, por las dudas. Mira, está doblado en ángulo para asegurar que lo hagas en posición semi-vertical.”
El joven, agradecido, se llevó el vibrador a su casa y pensó en todo lo que había escuchado. Cuando llegó el momento, estaba decidido a hacerlo naturalmente.
Estaba entusiasmado y nervioso. Trató de hacer todo bien. Miró el reloj y se detuvo exactamente después del tiempo indicado. El evento fue un fracaso humillante. Su mujer estaba frustrada y enojada. No podía entenderlo. Había hecho todo lo que le dijeron que hiciera. Su amor le dijo que lo amaba y que su caricia era suficiente, y que los dos iban a aprender cómo hacerlo bien, pero la próxima vez que la vio interesada pensó, “por esta vez nada más voy a usar el vibrador. No puedo soportar la idea de que ella quede insatisfecha.”
Nadie le había advertido sobre el peligro de la “confusión de pene”. Pronto su mujer había desarrollado una preferencia por el vibrador y rechazaba completamente el pene. De alguna manera, él también lo prefería. Si necesitaba salir alguna vez, cualquiera la podía satisfacer… Y aunque le dijeron que tenía que abrazarla cada vez para promover el vínculo, cada vez se hizo más y más fácil ponerla en un rincón con el vibrador mientras él hacía sus cosas.
Era muy importante para él mantenerse ocupado. Si dejaba tiempo libre para las emociones, siempre se sentía vagamente estafado y triste. Ser un amante no era todo lo que había esperado. Quería alejarse de su esposa. Sentía resentimiento por sus exigencias y se sentía inadecuado para satisfacer sus necesidades. La cercanía que deseaba nunca se desarrolló.
Un día tomó coraje y le pidió a su amigo el teléfono de un hombre que “lo había hecho”.
"Hola," dijo el joven. "Un amigo me dio tu número. Me gustaría tener algo de información sobre cómo hacer el amor. No pude hacerlo con mi primer amor y si alguna vez tengo otro, quisiera poder amarla yo mismo."
"¿Qué tiempo lleva tu relación?” preguntó el hombre por teléfono.
"Unos meses," dijo tristemente el joven.
"¿Te gustaría hacerle el amor a tu esposa ahora? No es demasiado tarde” dijo el hombre.
"¿En serio cree que podría?" preguntó el joven. Por primera vez en mucho tiempo se sintió esperanzado. Hablaron un rato y el hombre lo invitó a una reunión de la Liga de La Cosa. La Liga de La Cosa era un grupo dedicado a proveer apoyo e información a hombres que quisieran hacer el amor con sus mujeres. Se sorprendió al ver cuántos hombres lo hacían, y se sintió alentado por hombres que habían superado muchos obstáculos para satisfacer exitosamente a sus esposas.
"¿Qué tengo que hacer?" preguntó el joven, ojos muy abiertos y pura determinación.
"Lo primero es deshacerse el vibrador”. El joven no supo cómo responder. Una bola de nervios se formó en la base de su estómago.
"No podría... "
"Tu mujer puede protestar un poco, pero persevera. Rápidamente se va a acostumbrar a la sensación de tu cuerpo."
"¿Y si no puedo satisfacerla?" preguntó el joven.
El líder le aseguró que aunque llevara un poco de tiempo, con práctica no debería tener problemas.
"Bueno, ¿con qué frecuencia y por cuánto tiempo?"
"Seguí sus señales, " respondió uno de los hombres. "Mira a tu esposa, no al reloj."
Su mente giraba a mil revoluciones mientras manejaba hacia su casa. Pensó en todo lo que había escuchado. ¿Cómo era que nadie le había dicho estas cosas antes? Parecía tan radical, pero de alguna manera sentía que era lo correcto.
Al principio, su mujer no mostró ningún interés en cambiar. Protestó cuando le ofreció su pene. Lo rechazó. Pero con paciencia y persistencia, eventualmente lo aceptó.
Estaba sorprendido de que una vez que lo aceptó, no parecía querer dejarlo ir. Nunca se había sentido tan eufórico en toda su vida. ¡Lo había logrado! ¡Le había hecho el amor a su esposa! ¡Con su propio cuerpo! La próxima vez que su esposa pidió el vibrador, suavemente y con amor le ofreció su pene nuevamente. Protestó un poco, pero rápidamente lo aceptó. Estaba más entusiasmado que la primera vez. Había temido que fuera un golpe de suerte, pero ahora realmente creía que podía hacerlo. Para su alegría, su esposa nunca más pidió el vibrador.
La transformación en su actitud hacia su esposa fue notable. Ya no sentía rechazo por las sesiones de amor a medianoche. Sentía un vínculo con ella como nunca había sentido antes. No quería que otra gente la satisficiera, y no quería alejarse de ella. Su actitud sobre sí mismo también cambió. Se sentía confiado y tranquilo. No era inadecuado, y no era reemplazable. Le dolía penar en todos los hombres que no sabían lo que él sabía. Sentía aún más pena por sus mujeres. Mientras veía a su esposa brillar con sólo su amor su entusiasmo siguió creciendo y se hizo más y más difícil de contener. Un día, mientras conversaba con sus amigos, uno comentó sobre los últimos avances en vibradores. Discutían los méritos de la última herramienta cuando el joven dijo “Nosotros tiramos el nuestro.”
El silencio llenó la habitación.
"¿Qué?” preguntó el amigo “muy pequeño”.
"Tiramos el vibrador” repitió.
"¿Bueno, qué usan entonces?” preguntó el amigo “muy grande”.
"Le hago el amor yo mismo," dijo.
"¿Porque querrías hacer algo así?"
"¿No duele?"
"Te vas a arrepentir."
"¡Oh No! No habrás estado reuniéndote con esos fanáticos de la Liga de La Cosa, ¿no?" preguntó el amigo que “no pudo”
"No son fanáticos,” dijo el joven con calma. “Me dieron un montón de información y estoy muy feliz con mi decisión.”
Los hombres rieron. “En cuánto nos demos cuenta, va a dejar de afeitarse” dijo el divorciado.
"¡Oh! O la va a dejar dormir en su cama” río otro.
"Te pasaste” dijo “muy pequeño” dejando de reír. “¿Qué vas a hacer cuando la tengas que dejar por un rato? ¡Y más vale que ruegues que no empiece a morder!”
"Prepárate para renunciar a tu vida” le advirtió el divorciado.
"Tu cerebro se va a volver papilla."
El joven pensó cuidadosamente y sonrió. No sentía que estuviera renunciando a nada, especialmente teniendo en cuenta todo lo que había ganado.
"Saben qué, " dijo, "creo que me gusta tanto como a ella."
"Tu sí que eres un fanático radical. "