Resulta que la alienígena en cuestión tiene una cría, por cierto muy guapa para ser extraterrestre, y su doncella se había fugado a un planeta más rentable, por lo que decidió abducir a un pobre terrícola que pasaba por allí para realizar una serie de tareas.
Me avergüenza confesarme, pero me obliga a levantarme entre una y dos horas antes que ella, momento en el cual casualmente la cría evacua su material de deshecho, la tengo que cambiar, vestir y darle el desayuno, aunque como su madre no me ve, aprovecho para desayunar yo también.
Cuando la alienígena le viene en gana levantarse, después de desayunar y darle un líquido blanco que sale de su propio cuerpo a su cría, sacamos a pasear a sus dos fieras mascotas y me obliga a llevar a su cría colgada en la espalda.
Después dirige su nave a diferentes planetas para conseguir provisiones, como el planeta Merlín o el planeta Veterinario, yo viajo en la parte de atrás distrayendo a su cría, por supuesto no sé pilotar naves espaciales.
Las tardes las paso entreteniendo a la cría con una serie de extrañísimos y complicados juegos para mentes superiores como el juego de la teletransportación en el cuál aparezco y desaparezco alrededor de la cría que se parte de risa o la caza de unos animales salvajes, cuando los atrapa les acaricia su rudo pelaje y les dice buave (suave en nuestro idioma).
He notado que el vocabulario de la cría ha ido variando a lo largo de la semana, puesto que la palabra papá ha substituido en el ranking de palabras más pronunciadas al de mamá, aunque ambas siguen a la zaga de un gesto que realiza con la cabeza equivalente a nuestro “no” terrícola, espero que no signifique: “¡Que le cooooorten la cabeza!”.
Parece ser que la cría considera que soy un ser enclenque puesto que ha diseñado un sistema de ejercicios con una sola pesa (ella) para que me fortalezca, como parece que no funcionaba se ha puesto enferma y ha incluido a su madre alienígena en el programa. De aquí salimos cachas o con la espalda rota.
Parece ser que la madre alienígena me reclama otra vez para destruir más residuos de la cría, sólo quiero deciros que empecé este mensaje para pediros que me rescataseis, pero que debo tener el síndrome de Estocolmo, porque empiezo a pensar que me gustaría vivir así el resto de mi vida.
Si encuentro otro huequecito en el espacio-tiempo os volveré a escribir, mientras tanto quiero que sepáis que sigo por aquí aunque el jueves la mamá alienígena me quiere llevar a una galaxia muy lejana desde la que no os podré escribir.
Un saludo a todas y que paséis unas felices fiestas.