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por Juanma
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El niño de mañana

Los padres, los maestros, los monitores consideran al niño como un sujeto que debe ser educado, que tiene valor por lo que será mañana, Educar quiere decir sacar fuera algo que aún no existe y que mañana existirá: la futura mujer, el futuro hombre, el futuro ciudadano. Significa preparar para el futuro. Al niño verdadero, al de hoy, se lo niega continuamente. Es inexistente, transparente. El hijo debe comer mucho para hacerse grande como mamá o papá; el alumno debe estudiar para convertirse en un biólogo o un arquitecto. No importa si hoy no comprende lo que le explican o debe aprender: serán nociones útiles mañana.

El modelo de adulto que se le propone al niño como parámetro para su mañana somos nosotros, sus padres, sus maestros. Se cumple pues, un proyecto educativo conservador, que opone el pasado como modelo del futuro, que tiende a garantizar que el futuro sea lo más parecido posible al pasado.

Este modo de leer la infancia corresponde a una teoría sobre el niño, una teoría sin duda superada por la psicología del desarrollo cognitivo, pero aún presente en las prácticas educativas y de entrenamiento del niño, que podría representarse por el grafico siguiente.

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Se piensa, pues, que el niño parte de un nivel bajo de conocimiento y de capacidad, que crecerá gradual y lentamente durante los primeros años y que tendrá una explosión en torno al comienzo de la experiencia escolar primaria. Se sostiene que hasta entonces los conocimientos son pocos y simples, que las cosas importantes vendrán después, y para esto hay que prepararse para lo que vendrá. Todo el proceso educativo se proyecta hacia el futuro, está basado en la hipótesis de que las cosas importantes han de venir siempre después: la escuela infantil prepara para la escuela primaria, esta para la media, esta para la superior y esta para la universidad. Cada docente vive sumido en el temor al colega del nivel siguiente y está convencido de que el del nivel anterior podía hacer más y mejor. En esta óptica, durante los primeros años no sucede nada importante y la actividad predominante es el juego, considerado entretenimiento y poco más que una pérdida de tiempo. A menudo los adultos dicen a los niños: "Juega ahora que puedes, que después tendrás que hacer cosas más importantes".

Esta concepción de la infancia prevé una educación infantil de bajo nivel, confiada a docentes poco preparados. Considera que el desarrollo infantil está fuertemente ligado a un proceso de adquisición pasiva, a la capacidad de los docentes de enseñar la gran cantidad de cosas nuevas que los alumnos no conocen todavía y a la disposición de los niños a escuchar y aprender con buena voluntad y conciencia de su propia ignorancia.

La curva, convertida en un modelo, es interiorizada tanto por los docentes como por los alumnos: se trata de pasar gradual y progresivamente de los niveles bajos a niveles cada vez más altos de conocimiento y habilidad.



El niño de hoy

Las premisas indicadas al comienzo del capítulo son erróneas: no es verdad que todo sucede después, es verdad exactamente lo contrario, es decir, todo sucede antes. El largo período más importante de toda la vida, en el cual se sientan las bases sobre las que se construirán la personalidad, la cultura, las habilidades de la mujer y del hombre, es el de los primeros días, los primeros meses y los primeros años. La primera curva es errónea.

Este modo diferente de considerar el desarrollo infantil, coherente con las descripciones de los estudios de psicología genética y psicología evolutiva puede representarse con la curva siguiente.

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Podemos decir que el conocimiento en el niño se inicia y se desarrolla como actividad de investigación.

Es precisamente el descubrir cosas nuevas, el darse cuenta de que sabe hacer algo más lo que produce satisfacción y placer y lo que el niño comunica a su madre cuando vuelve entusiasmado de sus juegos Sin embargo, no siempre los adultos saben comprender y apreciar y a menudo quitan el entusiasmo de los pequeños con los reproches habituales: "¡mira como te has ensuciado!"; "¡corre a lavarte las manos!"; ¡ya basta de perder el tiempo!". Precisamente gracias a esas manos sucias, a ese tiempo perdido, la curva crece y el niño construye su futuro

La curva describe claramente que todo sucede antes y que cada nivel tiene la gran responsabilidad de valorizar las conquistas que el nivel anterior ha logrado antes incluso de preocuparse por preparar el nivel siguiente Por ello es correcto pensar que las mejores y mayores inversiones deben dedicarse a los primeros estadios de vida, de aprendizaje y de experiencia.

La escuela podría construir sobre estos fundamentos, si son buenos, pero podría hacer muy poco si los fundamentos son insuficientes.

Un correcto proceso educativo debería preocuparse siempre por el presente. Intentando no arruinar lo que se ha hecho en el pasado y utilizarlo en todas sus potencialidades. Un hijo debería realizar cada día sus deseos: si esto no es posible, debería buscarse la forma de que comprendiese por qué; debería hoy sentirse comprendido y apreciado para ser mañana un adulto sereno y seguro. Un alumno debería aprender cada día lo que le sirve para resolver problemas cuya solución necesita para estar satisfecho, curioso, fascinado por las cosas que aún no sabe y que querrá aprender.

El niño que hay que tener presente, al que hay que escuchar, defender y amar es el niño de hoy, con lo que sabe y lo que sabe hacer, con sus sentimientos. La nueva cultura de la infancia es la cultura del presente, del niño de hoy

Pero el niño de hoy es preocupante, subversivo, revolucionario, porque es diferente de nosotros, los adultos: piensa de otra manera; ve las cosas desde otro punto de vista que no es errado sino solo diferente, vive sentimientos profundos, explosivos; tiene necesidades a menudo en conflicto con las nuestras, Tener en cuenta sus exigencias y sus ideas puede comportar profundas adaptaciones y renuncias en los adultos.

Este niño tan lejano de nosotros y tan necesitado de nuestra ayuda y de nuestro afecto; difícil de escuchar y de aprender, tiene en sí una fuerza revolucionaria: si estamos dispuestos a ponemos a su altura y a darle la palabra, será capaz de ayudarnos a comprender el mundo y nos dará la fuerza para cambiarlo.

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por ALALA
#343603 Muy interesante, muchas gracias.

Un beso.

Por favor... dejen que juegue, que me divierta, que sea feliz.
Soy un niño, no lo olviden.
Y sólo una vez en la vida.
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por Malefica
#347038 Gracias Juanma.

"El niño que hay que tener presente, al que hay que escuchar, defender y amar es el niño de hoy, con lo que sabe y lo que sabe hacer, con sus sentimientos. La nueva cultura de la infancia es la cultura del presente, del niño de hoy "

"Pero el niño de hoy es preocupante, subversivo, revolucionario, porque es diferente de nosotros, los adultos: piensa de otra manera; ve las cosas desde otro punto de vista que no es errado sino solo diferente, vive sentimientos profundos, explosivos; tiene necesidades a menudo en conflicto con las nuestras, Tener en cuenta sus exigencias y sus ideas puede comportar profundas adaptaciones y renuncias en los adultos.

Este niño tan lejano de nosotros y tan necesitado de nuestra ayuda y de nuestro afecto; difícil de escuchar y de aprender, tiene en sí una fuerza revolucionaria: si estamos dispuestos a ponemos a su altura y a darle la palabra, será capaz de ayudarnos a comprender el mundo y nos dará la fuerza para cambiarlo".



Nunca he aprendido tanto como desde que me agacho para ver el mundo a la misma altura de los ojos de mi hijo ;-)

Miss Maléfica dixit.
"Gigoló" (vividora) de la maternidad
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Yo de mayor quiero ser.... EMPODERANTE
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